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sábado, 8 de noviembre de 2014

Los peligros de los antibióticos



¿Estamos preparados para la llegada al otoño? Nuevamente los dolores de garganta, la fiebre y malestar general irrumpen la normalidad, generando la saturación en las salas de espera de atención primaria y urgencias.

Cada segundo, cientos de tipos de cepas bacterianas, virus, protovirus y otros tipos de organismos patógenos, ponen a prueba a los anticuerpos, cuya vulnerabilidad en ciertos casos, ponen de manifiesto el oportunismo con el que actúan estos microbios. Es entonces cuando nos sentimos enfermos.



¿qué son las bacterias?



Las bacterias son organismos unicelulares (una sola célula), desprovistos de núcleo celular, por lo que su ADN está disperso en el citoplasma celular (Procariotas).

Presentan una alta capacidad de resistencia y adaptación a diferentes medios y a las condiciones más extremas, pudiendo vivir en medios terrestres, acuáticos, fríos, cálidos, incluso radiactivos. Su versatilidad metabólica los convierte en los únicos seres vivos capaces de captar energía a través de cualquier tipo de mecanismo.

Su presencia es de vital importancia para la supervivencia de toda forma de vida en la tierra, ya que son responsables de la transformación de la materia orgánica en inorgánica (descomposición de seres muertos) o interviniendo en procesos fisiológicos y metabólicos de los animales. Además el uso de las bacterias en la industria farmacéutica, agropecuaria, alimentaria y cosmética presenta resultados prometedores para el futuro.

Las bacterias pueden vivir de forma autónoma o requerir de un huésped. En este último caso, la relación puede ser simbiótica (relación biológica entre bacteria-huésped, en la cuál ambos se proporcionan beneficio mutuo) o de tipo comensal (parasitario), en la que la bacteria depende funcionalmente del huésped, ocasionándole daño a éste.

¿ Son todas las bacterias peligrosas para la salud?

Rotundamente no. De hecho, la vida no sería posible en nuestro planeta sin ellas. En el caso del ser humano, miles de especies de bacterias beneficiosas (flora bacteriana) constituyen una barrera en el desarrollo de infecciones potencialmente graves, ejerciendo un efecto protector sobre nuestra salud.




¿por qué son tan peligrosos los antibióticos?



Las proyecciones en el campo de la salud a raíz del descubrimiento de la penicilina (el arquetipo de los antibióticos) por Sir Alexander Fleming, incrementaban extraordinariamente la esperanza de vida desde la generalización del empleo de antibióticos a partir de 1950.

Enfermedades infecciosas como meningitis, legionella, tuberculosis, salmonella, neumonía o peste bubónica han presentado curación total en numerosos casos, y lo que es más importante: la erradicación del organismo patógeno en muchos de los casos. Por otro lado, cirugías de diversa consideración, no hubiesen sido viables sin una profilaxis antibacteriana adecuada en las últimas décadas.

Estas son sólo algunas de las increíbles ventajas que revolucionaron el progreso a nivel científico-técnico de los antibióticos. Sin embargo, el uso inadecuado en la ingesta de antibióticos ha ocasionado cambios en la ecología de los microorganismos, haciendo de las bacterias, organismos resistentes e interceptando la curación de graves enfermedades.

¿ Podría suponer un retroceso a nivel médico de varias décadas? claramente sí.

Como se ha explicado antes, la flora bacteriana forma parte de importantes mecanismos de defensa en individuos sanos.

El consumo de antibióticos para detener procesos infecciosos cuya causa no es bacterial, -como la gripe- supondría una activación de la resistencia en la mencionada barrera protectora bacteriana.

Algunas partes integrantes de la secuencias de ADN de la flora bacteriana (los llamados plásmidos, con genes extracromosómicos en su mayoría), han expresado pequeñas mutaciones portadoras de información sobre este complejo mecanismo de resistencia; esto significa, que las bacterias presentan la capacidad de transmitir esta ventaja evolutiva a otras cepas y a otras especies. De esta forma, se crearían comunidades bacterianas con inmunidad específica, siendo el efecto de los antibióticos, inocuo para ellas.

De la misma manera, ante un proceso infeccioso generado por bacterias, incurriríamos en el mismo error si administramos una farmacología antibiótica que no cumpla con la posología y la temporalidad debidamente indicada, ya que en muchos casos, una mejoría de los síntomas contribuye muy erróneamente al abandono precoz del tratamiento prescrito.

Las bacterias se multiplicarán y adquirirán una inmunidad que transmitirán y exportarán genéticamente. De esta forma, enfermedades que se curaban de forma exitosa en las últimas décadas, están mostrando mayor dificultad para ser tratadas y eliminadas eficazmente, requiriendo más tiempo y una combinación antibiótica mucho más compleja.



 


viernes, 14 de junio de 2013

 
 
 
Los niños vs nuevas tecnologías
 
 

La tecnologización de la sociedad actual está, al parecer - y con sobrados motivos- , empeñada en colonizar las minorías mas reacias frente al uso de las comunicaciones de la nueva sociedad de la información muy favorable a la miniaturización y al calado de los dispositivos de última generación.

La progresiva y acelerada intrusión tecnológica posiblemente haya generado desconfianza y rechazo en una masa poblacional menos habituada al uso, -no hace falta para esto remontarse muchas generaciones atrás-, que han convivido y sobrevivido a la cotidianeidad mundana sin las TIC's, generando expectativas bastante desfavorables respecto a su uso.

La sociedad digital implora pacientemente la permisividad parental para que los niños/ as puedan preservar con normalidad sus subrepticios deseos de utilizar plays stations, PSP's, Nintentos, iphone's, tablets, smartphones, televisores etc, ya que impera una concepción generalizada acerca de la nocividad y los daños que causan las nuevas tecnologías en el desarrollo social y psíquico de millones de niños y adolescentes.

En parte, esto es debido a la concepción -en algunas ocasiones estereotipada y magnificada- sobre la transmisión de conductas violentas o desapropiadas, la consecuente falta de ejercicio físico, el fracaso escolar, la disminución de relaciones sociales plenas y satisfactorias que posibiliten un correcto desarrollo físico, psíquico y social, el conductismo adictivo o el agravante del riesgo de cyberacoso, bulliyng, o violencia cibernética y/o sexual que pueden sufrir los menores en los casos más extremos.

Sin embargo, la utilización de tecnologías, según estudios, posiblemente generaría mayores capacidades de aprendizaje en términos generales. El uso reflexivo y juicioso de nuevas tecnologías, potenciarìa un aprendizaje acelerado, dominios verbales autóctonos y anglicistas, mejores habilidades comunicativas, agilidad lectora interpretativa y comprensiva, mayor práctica en el uso y manejo de dispositivos, incremento de la memoria, aumento de la intuición e información del entorno e incluso la futura destreza laboral en cuanto a las TIC's.

La nueva era digital, ha propiciado la inclusión tecnológica en la cotidianeidad de millones de adultos, adolescentes y niños; sin embargo ciertamente, se debe controlar y limitar la exposición excesiva que presuntamente resulte una amenaza para los menores, y no porque en sí mismos sean artilugios destructivos aliados del riesgo y del peligro, sino porque sencillamente, la protección y el control limitativo se debe ejercer ante un uso abusivo e indiscriminado de cualquier práctica, hábito, costumbre o actividad .

La reflexión sobre la posible adicción a determinadas conductas debe prevalecer, no por su malignidad intrínseca sino por la perversión de un uso descontrolado.



lunes, 25 de febrero de 2013

La naturalización del hecho social

 

 

¿Qué es el hecho social?

 

Si nos detenemos en la genealogía de este concepto, encontramos la multiformidad de hechos y actos de sujetos que actúan según formas de socialización diversas que se someten a los principios educativos de moralismo, integración, e inclusión moral que se han visto integrados desde la primera infancia, y pudiendo tener un carácter religioso o no, objetivizan la uniformidad de conductas que un sujeto debe implantarse a sí mismo, con el fin de enfrentarse a una “sociedad civilizada” que reincorpora sistemáticamente los principios idealistas del bien común.

 El carácter social de los hechos atribuyen a los individuos adultos operantes, la reponsabilidad total de las consecuencias de sus conductas, atenuando el influjo coercitivo del colectivo socializador más inmediato (familia, educadores,  grupo de iguales, medios de comunicación, etc).

 La conceptualización de las ideas, conductas, hábitos, prácticas o sentimientos, bajo formas de comportamientos desviados o transgresores, son metas conductivistas de adiestramiento que someten al individuo ante un aparente fracaso de un proceso educativo que anhela interiorizar normas colectivas al nivel más indivisible: el individuo.

 Si la moralidad de ciertas conductas se desvía del hecho social que propugna su masa socializadora, cualquier persona desde la edad escolar, tendrá que ver reprimidos sus impulsos primitivos de comportamiento y reconducidos a una inculpadora rehabilitación del hábitus según la aleccionada por su clase popular.

Las ciencias Sociales inciden sobre la permeabilidad del moralismo del comportamiento del grupo sobre un individuo, del hecho integrador como formulación sistémica de principios y valores que encarnan el ser como modélico frente al todo. El familiarismo potencia a su vez, los preceptos de legitimidad heredados, sin un excesivo menosprecio liberal del progreso moralista contemporáneo.

Sin embargo, el hecho social está categorizado estrictamente como social. Un hecho social al parecer sólo se compone de integridad común derivada de ciertas costumbres, hábitos, reglas, leyes, certidumbres y evidencias que se regodean de seguridad interpuesta por el integrismo de una época histórica concreta, y digo concreta porque en otro contexto, ¿Cómo íbamos a predecir que el infanticidio antes reglamentado como método legítimo y normalizado de control poblacional sería posteriormente un atentado contra la vida de una persona, (en este caso  un menor),  castigado con pena de prisión?

La normalización legislativa social es tan versátil como imprudente por su inestabilidad temporal. Nuestras reglas individuales de hoy son tan transitorias y verazmente amenazadas como lo son las reglas del juego social que cada Estado contempla en su cronológico formulismo jurídico. La sociedad es transicional en sí misma y no hay épocas permanentes. Los roles son mutables y los supuestos de organización, desarmables.

Sin embargo, el principio científico del ser social radica en su estirpe biológica. El ser humano como animal racional, cumple una misión catalizadora del conflicto por su dotación genómica, que sencillamente no puede ser censurable.

La convergencia idealizada del comportamiento del ser humano a lo largo de los siglos, es tan abrupta como veleidosa, siendo incapaz de sucumbir a la certidumbre invariable e inapelable del método científico, a pesar de que lo social tenga un cimiento y estructuras eminentemente bioquímicas.

¿Cómo saber si una evolución moral y normativa del individuo, adoptada e implantada bajo el medio formal de reglamentación no se debe a cambios evolutivos mutacionales?

¿Cómo prever que un individuo tendrá uno u otro comportamiento si no conocemos su estructura genómica?, ¿Cómo emplear un método propio de las Ciencias Naturales, si empleamos lo social como monocausa del comportamiento humano?, ¿Qué clase de Método en Ciencias Naturales se empleará sin una manipulación directa del objeto a analizar, -como se haría en un laboratorio-, por considerarse ilícito e inmoral?, y lo más importante, ¿Cómo acometer una intervención en sociedad, si ignoramos la procedencia de los patrones, ya sean biológicos o sociales que rigen el comportamiento de una persona?

El ser humano es producto de un componente biológico que engrasa toda la maquinaria de su proceder socio-evolutivo, de forma que, los procesos de encauzamiento social son incoherentes e ineficaces si obviamos los fundamentos de la naturaleza que le impera.

Las conductas transgresivas que integra  una persona son  en muchos casos independientes del proceso educacional en el que se haya visto inmerso. En definitiva, según la acometida de la experiencia, los genes predisponen.

Si una estructura genómica adviene con una predisposición a la personalidad violenta, los hechos socializantes que promueven un comportamiento definiblemente vinculante a lo normalizado, serán hechos poco productivos sobre si no son personalizados y cuidadosamente escogidos .

Para no incurrir en el reduccionismo que se acomete con frecuencia desde las Ciencias Sociales, abordaré el ser, desde el prisma del individuo inmerso en sociedad, influenciado por multitud de estímulos de etiología social junto al dominio preponderante de la cuestión biológica: la genética molecular.

Pero, ¿Realmente estamos tan programados?

La respuesta, es sí. El carácter de un individuo se ve vinculado a la información genética que posee en particular.

Las divergencias y variaciones genómicas tendrían un peso relevante en el constructivismo del ser, pues son los propios hechos los que constituyen la esencia del humanitarismo.

Así por ejemplo, los estados nacientes de la psicopatía se tornan como proceso sintomatológico que deviene de una alteración cromosómica hasta hace poco desconocida, en muchas ocasiones no atajados por la ciencia médica. Igualmente, los estados depresivos o la bipolaridad son condicionados por un gen dominante, pero lo que acontece a los comportamientos y hábitos de estos individuos, son traducidos íntegramente como hechos sociales susceptibles de ser

canalizados a través de repetidas y no siempre eficaces terapias conductivistas de normalización.

Sin embargo, a pesar de conocer la incidencia directa del ADN en una amplia gama de enfermedades físicas y psíquicas, -aun siendo desconocidos las causas y mecanismos desencadenantes de mutación genómica o cromosómica, e igualmente el desconocimiento actual en la identificación de genes afectos- , me veo forzada a reinterpretar el concepto de enfermedad genética.

La OMS define el concepto enfermedad como: "La alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible”.

La ciencia médica categoriza las enfermedades por afección de tejidos u órganos, inclusive la especialización e investigación las mismas confiere a la disciplina una visión separatista del concepto genoma humano. Tenemos por ejemplo, las enfermedades de ojo, las enfermedades del aparato cardiovascular, digestivo, endocrino, hematológico, neurológico… y  las enfermedades genéticas.

El enramado dominante y dirigente del mecanicismo funcional, anatómico y orgánico básico de un ser vivo, es el ADN. Por tanto el análisis en el estructuralismo de la enfermedad quedaría sometido a una somera identificación de síntomas derivativos asociados a diferentes conglomerados de patologías frente a las que se prescribiría un tratamiento igualmente sucinto.

Pero voy más allá. ¿Cómo definir la enfermedad a través del conductivismo importado desde las Ciencias Sociales aplicadas, y más concretamente desde la Psiquiatría, la Psicopatología y la Sociología?

 

Esta es la parte de un todo, donde lo menos distinguible puede ser conceptualizado y a la misma vez, censurado.

En este caso, acudiré al concepto de salud de la OMS, que reza: ‘’Salud es el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia’’

Sin incurrir en una extralimitación explicativa, el genoma humano, sería artífice, ejecutor y causante de todos y cada uno de los procesos de enfermedad física, orgánica y los fenómenos de caracterización, comportamiento, actuación y raciocinio de sí mismo y de otros seres humanos. En estos casos, los supuestos previstos tendrán que responder a la siguiente cuestión: ¿Hasta qué punto la Biología atenaza e influye en el fenómeno individual y colectivo idiosincrásico?

Conocemos lo más relevante y recriminable al ADN celular en caso de la enfermedad en su sentido más mundializado y compartido del término; sin embargo los rasgos considerados ‘’normales’’ de la personalidad son la expresión de un componente químico anexionado al ser.

Atributos y características estimadas en cierto sentido como naturales y normales en el ser humano, por ejemplo, el optimismo, el pesimismo, el altruismo, la timidez, la creatividad, la impulsividad, la pereza, la envidia, la predisposición a ser sociable, bromista, irascible, trabajador, iracundo o sensible, o en casos más extremos y ‘’patológicos’’, el padecimiento a la adicción de ciertas drogas, ludopatías, ergomanía, vigorexia, tanorexia, opiomanía, ciberadicción, tecnofilia, etc., estarían ligados a la activación de tipos concretos de genes.

Según un estudio en el campo de la Psicología del Desarrollo, se ha encontrado una correlación positiva entre el número de libros que tienen los padres en casa y los resultados académicos de los hijos, pero en este caso, el factor ambiental, no tiene por qué ser la causa, sino que la predisposición genética a la autodisciplina de sacar buenas notas y  la que otorga la disposición parental a acumular libros es un factor predominantemente genético y probablemente trasmisible.

Asimismo cabría la siguiente cuestión, ¿por qué hay personas que padecen continuas depresiones sin haber sufrido experiencias traumáticas en su vida, y en cambio otras que sí han padecido serios infortunios, remontan satisfactoriamente su estado anímico?

Desde el siglo XX, el Proyecto Genoma Humano, está permitiendo la identificación de la secuencia genética de billones de pares de bases del genoma humano, que podrán ser minuciosamente analizados y comparados a través de la bioinformática.

Y digo esto, porque al igual que se analizan las variantes catalogadas como anómalas según un cuadro médico, y categorizadas bajo una denominación y descripción concreta, podrían describirse pequeñas variaciones del ADN poligénicas o no,  que se hicieran patentes a través de los rasgos más o menos típicos de la personalidad humana.

Si seguimos la línea del concepto de salud o enfermedad provista por la OMS, en la observación de un comportamiento, obtendríamos, a la luz de la definición, un juicio crítico sobre la personalidad del ser social. De esta manera, podríamos encuadrar aspectos típicos y habituales de una persona como anómalos o patológicos genéticamente si interceptan en la integración positiva y la participación eficaz y provechosa del ser como individuo en sociedad.

Sigmund Freud manifestó: ” la salud mental es la posibilidad de amar y trabajar y considero que esa es una definición bastante clara de una vida plena.”

Sin embargo, el determinismo de la influencia del ambiente sobre el comportamiento y actitud del ser, es relevante en la conformación de la genética molecular. -De la misma forma que la radiación gamma o ultravioleta incide sobre la secuencia normal del ADN a través de mutaciones de los componentes químicos del núcleo celular-  la intromisión de determinados agentes en los procesos sociales podrían manipular la configuración del mismo. Así pues, para eliminar ciertos patrones de conducta, la Psicología conductista tendría la facultad de desarrollar terapias (cognitiva, conductual, psicoterapia…) correctoras de posibles anomalías en genes.

El enigma consiste en escrutar cómo las causas ambientales pueden derivar en una alteración molecular para el perfeccionamiento de un determinado comportamiento,  hábito o conducta humana.

¿Puede el conductismo social mediante condicionamiento clásico u operante restaurar la conformación de la genética molecular (renaturalización genética)?; Y del mismo modo, ¿podrían las condiciones ambientales o sociales alterar anómalamente la estructuración química del ADN,  para el padecimiento de determinados rasgos conductuales que le imposibiliten su integración conductual,  psíquica y mental en sociedad (desnaturalización genética)?

No son pocos los casos de niños y adolescentes con comportamiento violento que a su vez han sido víctimas de abusos físicos y/o sexuales; pero realmente ¿cuáles son las causas y factores que degeneran y degradan las conductas humanas de estas personas?

En numerosas ocasiones hemos tenido la posibilidad de observar cambios disfuncionales en las frecuencias de ondas cerebrales al someter a un paciente a un determinado estímulo, pero tras aplicar las terapias apropiadas en cada caso, se obtuvieron cambios

significativos. ¿Es posible que un tratamiento modifique los endofenotipos del genoma hasta el punto de obtener una rectificación de los desequilibrios moleculares?

Según estudios recientes mediante el análisis de la neuroimagen, la presencia de ‘’piezas mediadoras’’ de expresión genética, son claves en la comprensión de la variación de los enclaves que contribuyen a la vivencia íntegra de la salud, sin una necesaria alteración del ADN: los endofenotipos.

Los endofenotipos son fenotipos intermedios que actúan de mediadores o vectores entra la alteración de genes y las consecuencias sintomatológicas físicas, psíquicas u orgánicas,  derivadas de la misma.

De esta manera se podrían prever, combatir y prevenir los estados comportamentales ligados a la falta de salud.

Por ejemplo, según fuentes, se ha descubierto una bacteria que provoca infección de garganta y que puede desembocar en un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Como ya se sabe, existe una gran cantidad de virus y bacterias capaces de degenerar el ADN celular, pudiendo ser este un caso clave. De modo que si se analiza y descubre el proceso mutagénico y se emplaza el gen susceptible de afección, podría garantizarse la previsión y diagnóstico precoz de irregularidades no saludables del comportamiento humano.

Diversos síndromes mutagénicos han evidenciado la patología física y orgánica que provoca una determinada anomalía estructural cromosómica, como la pérdida de fragmento de ADN de un cromosoma (deleción), cambios numéricos y estructurales de los mismos (aneuploidía, euploidía), intercambio de fragmentos de cromosomas no homólogos (translocación), etc.

Sin embargo la caracterización cromosómica que altera la estructura normal influye en los comportamientos, actitudes y prácticas humanas determinando en gran medida las decisiones, aunque no sean socializadas por el grupo cultural en que se halle. Los comportamientos son genéticos y la preponderancia de hechos sociales depende en gran medida de la predominancia de ciertos genes.Así pues, el proceso patológico de separación de cromosomas homólogos de los gametos -meiosis-,  no sólo podría implicar alteraciones físicas y orgánicas más o menos perceptibles en el feto, sino un gravamen de conductas, como la predisposición a la violencia y la agresividad.

Del mismo modo, el ser afín a una moda, no necesariamente implica ser portador de ideas comunes con un emplazamiento de versiones creativas compartido;  son los componentes genéticos los que impiden desviarnos de la línea del seguimiento popular creando un registro vinculado estrechamente con el grupo y desindividualizante.

Con esto no estoy diciendo que todas las divergencias comportamentales sean mutacionales en el sentido anómalo del término. Muchas de las diferencias adquiridas son factores azarosos que impulsan el progreso evolutivo como especie, implementando la capacidad de supervivencia.

Sin embargo, si la herencia impone dificultades de estabilidad, equilibrio y consonancia individuales y/o sociales, podríamos hablar de estructuras génicas heredadas y transmisibles con alteración patente y generadoras de patología física posterior.

Por ejemplo, una persona cuya carga genética propicie un temperamento con tendencia a sufrir estrés,  estará viendo incrementada la probabilidad de sufrir trastornos psíquicos u orgánicos a posteriori como las enfermedades cardiovasculares o el cáncer,  reduciendo los años potenciales de vida y consecuentemente la supervivencia de su estirpe.

De este modo, las Ciencias Sociales y el análisis pormenorizado de las mismas, podría ser plausible a través del método científico siempre y cuando el objeto de estudio sea constante y estable y constituya la génesis del desencadenamiento del proceso social imprevisible, alterable y cambiante que se genere a posteriori. En cambio, si nuestro análisis se ejecuta una vez explosionado el punto detonador de la divisibilidad  comportamental y el dinamismo social, la variabilidad teórica distará de la aproximación a la veracidad observacional, objeto de estudio.

No podemos someter a presiones metodológicas la movilidad de los componentes y agregados macro y microsociales que divergen en su confluencia explicativa, porque sencillamente estarían sujetos a leyes definitorias efímeras y tornadizas.

domingo, 4 de noviembre de 2012

La conciencia en el siglo XXI


 
 Para el Dr. el Psicología Manuel Villegas, "la conciencia moral es el sistema de regulación inherente a cada persona, un reajuste sistémico entre las necesidades y deseos propios con las necesidades y deseos de los demás".

 En contraposición, define la moral como "aquel conjunto de criterios de comportamiento que comparte una comunidad y que puede tener un respaldo religioso o no".

Realmente hemos adoptado a lo largo de la historia múltiples teorías y paradigmas definitorios o diferenciadores entre conciencia (espiritual) y conciencia (racional) e incluso la conciencia de la persona (egolatría y/o hedonista), de la que tenemos más evidencia en nuestro análisis social, a través de la corriente individualista que se ha visto fuertemente acrecentada en la sociedad postmoderna.

 Además, hay que introducir una conceptualización etápica de la conciencia con ánimo de acometer una gradualización progresiva y diferenciada entre el estado impersonal o espiritual de la misma a concepciones cada vez menos normativas y reglamentadas en base a una sociedad carente de los valores impuestos por anteriores etapas.

 Hemos alcanzado un nivel de autoconciencia en base a la cuál cada uno decide libremente cómo la va a difundir en base a unos valores que no son precisamente colectivos. La nueva conciencia individual no excluye totalmente otras formas de conciencia impuestas, pero surge sobre la mecha del deterioro y decadencia de la colectividad moral de índole religioso y de las estructuras de regulación moral que se habían confraguado entre los tópicos mecanicistas del control social político y religioso, en la definición del bien y el mal.

 El individualismo moral es racional pero no se funda desde la racionalidad colectiva trascendental sino del afamado poder de libertad ególatra y del orden "incívico" de la nueva autarquía del mundo actual.

 La arbitrariedad humana denota nuevas presunciones de conciencia ante la infinidad de elecciones no programadas del individuo como ser "racional" inserto en una sociedad de neutralidad normativa, en la cuál cada persona goza de albedrío sistémático en la capacidad propia de querer obrar sin coacciones lobotomizadas, más propias de la inflexibilidad premoderna más ruralizada y arcaica.

 Y, entonces ¿a qué hemos llegado?

 A una forma de sentido común y carente de determinismo causal, por la cuál cada sujeto se enfrenta a una filosofía deshumanizada de desconcierto, en la que el ser humano está desprotegido de una moral de cohesión compartida, encontrándose solo ante el rol de responsabilidad ética individual frente a un todo.

Ya no hay paradigmas de regulación moral donde cada individuo estaba dirigido por preceptos inmunes de comportamientos. La moralidad no se comparte de forma generalizada. Cada persona expresa un variopinto concepto de obligatoriedad de actuación según sus propios razonamientos no condicionados.

Simplemente existe un estructuralismo normativo que es conceptual, reflexivo e inviolable, vehículo de colectivización de conciencia, pero más parcial: Las instituciones jurídicas, ejercidas a través del Derecho restitutivo, capaz de lograr un estado de armonía. Desde el marco de la ley escrita, las divergencias morales interpersonales se aminoran, pero no desaparecen. El encuadre de actuaciones es muy restringido y es improcedente a menos que se trate de casos de mayor gravedad.

 A lo que me refiero, es  al deber comportamental puramente cotidiano. La moral compartida ha pasado de ser una bóveda de acero que cubría, protegía y aislaba la moral individual de la colectiva/religiosa, a ser una telaraña de ideales, prácticas y hechos que pretenden enmascarar su amoral naturaleza, sin éxito.

 ¿Somos ahora menos morales que antes?

Efectivamente hay un tentativo afán liberador por definirnos e identificarnos cada vez más con una primitiva y no socializada forma de actuar, pudiendo estar cada vez más identificada con los impulsos e instintos propios de la irracionalidad del ser, enfatizando el propio beneficio exclusivamente personal o la cobertura de las necesidades y deseos más ególatras a través de la indiferencia tenaz hacia el entorno. De forma tácita optamos por una moral de culto al individuo que emana directamente del ego frente a formas de sacrificio para satisfacer necesidades sociales.

 

                                                                                                                      

domingo, 21 de octubre de 2012

Miedo


 
 
 Sólo el miedo hace al miedo, si la nieve amenaza a las  montañas y estas se escapan, sólo caminaríamos por la senda de nuestros sueños porque sólo estos se evaden de la realidad. Pero si los sueños también quisieran huir, tendrían derecho, porque su realidad no es menos real que la del espacio que le queremos dar.

 Y si la luz tuviese miedo a las tinieblas,  las estrellas ensombrecerían el suave despertar del renacer, porque la luz habría sucumbido ante su miedo de oscurecer y no alumbrar más.

Lo mismo le pasaría a los planetas si se vieran atemorizados por viajar deprisa en un espacio grande y silencioso, cuya única meta es su propio origen; y el viento, que un día tuvo que sujetarse y golpear fuerte lo que le podía destruir, porque pesaba más que él.

 Y si al infinito le preocupase su miedo y quisiera escapar, dejaría finito al amor de quien ama y a la paz de quien cree en ella y a la ilusión de quién quiere vivir. No cabe más miedo en el miedo, pero sí cabe todo el miedo en donde haya un espacio que le de cabida  porque el miedo tiene miedo de sí mismo, y aspira a un lugar que le ofrezca certidumbre y sosiego.

 Si vieron al miedo morir y agonizar pronunciando en un susurro que ya nadie lo extraña, y si la soledad de la calma pudiera contarnos en qué lugar recóndito dejaron morir al miedo, y si éste está hecho de papel, de metal o de piedra, me gustaría verlo y comprobarlo, porque aun se nota su presencia.

 He tenido a veces la sensación de toparme directamente con él y, después diluirse la certeza, porque por más que he buscado, jamás he podido hallar el lugar recóndito de su morada.

 He sentido como me llamaba y tras girarme y escuchar en el silencio, no había ningún indicio de su presencia, y sin embargo, le invade su antagonismo ilógico de protagonizarlo todo, escapando de sí mismo haciéndose negar a quien lo padece.

 Ha cultivado su propio calvario de incertidumbres y pesadumbres obligando a compartir sus más variopintos delirios de desolación, mientras en una sala de urgencias daban sedación a sus ostentaciones de una vulgar grandilocuencia altiva nunca vista.

 Y mientras tanto, la sonrisa de aquélla niña que quedaba ensombrecida por la oscuridad del espejismo siniestro del terror, me confesaba el gran secreto de la umbría figura negra que pululaba por los registros de su pequeño y cándido entendimiento.

 El corazón. Un corazón radiante de entereza y racionalidad. Un pequeño rincón, guardián de mil y un sentimientos de tristeza, duda, entereza, calma, y frenesí, irrigado por un caudal lleno de vida al que le custodia un rítmico tictac. Ese era lugar escogido para sus atrocidades, ¿quién lo hubiera dicho?, y sin embargo, ¿qué alma se atrevería a ser tan poco generosa como para no darle cabida a tan desdichado y solitario ente? 

 A todas las puertas llamó, y en de todas salieron a auxiliarle, sin saber que a partir de ese momento, siempre caminarían por un terrero sinuoso, escarpado y falto de firmeza con terraplenes y enormes seísmos imaginarios.

 Pero ahí se quedaba una y otra vez, haciéndose cada vez más grande y más fuerte, fingiendo ser nuevo, y dándose a conocer como una figura atormentada llena de serenidad y transparencia. El miedo. Ese ¿ser? que a todos atormenta y todos esconden. El miedo…¿cómo lo definirías tú aun sabiendo que ya te ha rendido cuentas por tu cobarde insubordinación? Y lo que es mejor, ¿cómo crees que te definiría él después de todos estos años de fidelidad no correspondida?

Pregúntale tú . Nadie mejor que él sabe la respuesta.